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 ¡Muchas Felicidades, Cumpa!

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Daniel Aranda
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Localización : Buenos Aires
Fecha de inscripción : 11/09/2008

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MensajeTema: ¡Muchas Felicidades, Cumpa!   ¡Muchas Felicidades, Cumpa! Icon_minitimeLun Dic 22, 2008 10:02 pm

¡Muchas Felicidades,Cumpa!

______________
Universidad Abierta

LICENCIATURA
EN CIENCIAS DE LA VIDA


“Seminario Delia”

Memoria de Examen para obtener el grado de Licenciado en Ciencias de la Vida

p r e s e n t a:

Jorge Falcone

San Luis Potosí, S.L.P., México.

Diciembre de 2008

Introducción

-No se puede usar a un hombre y arrojarlo como a una lima que se
gasta.


Fray Bartolomé de las Casas

Todo lo que tengo para referir aquí, Honorable Tribunal Evaluatorio de mi Desempeño Existencial, me fue transmitido paulatina y gratuitamente por un ejemplar femenino de la más inteligente y sufrida de las especies vivas, calificado por las almas nobles como empleada doméstica y autocalificado por ella misma como sierva. Ocurrió a mediados de la primer década de este tercer milenio, que antojadizos historiadores contabilizan a partir del atentado a las Torres Gemelas. Fue en un mundo que no es este que configuran una presidente mujer en Argentina, un presidente negro en USA, una crisis terminal del capitalismo, unos temibles indicadores de calentamiento global, y la inminente instalación de internet en la estación aeroespacial que orbita nuestro planeta. Para entonces, en nuestra latitud de referencia - el Barrio Savoia de La Tierra - no quedaba níspero sano merced a las cotorras, las calas eran un recuerdo oxidado y marchito, y no daba atisbos de nacer el agapanto. En tales circunstancias fue venido el diariero Tito, siempre precedido por el dulce silbato del pífano con que advierte de su presencia a esquivos acreedores, y ahora portador de la
nueva: _ No he conocido a Isadora ni mucho menos a Frida, Evita sólo es recuerdo y hace mucho que nos dejó la Madre María… para asistente de quien no da abasto con la hogareña tarea tan sólo cuento con Delia. Así presentó a la humana que justifica esta ponencia: Sin edad, sin apellido, pero con las mejores referencias. Que no mentía el pregonero comprendí al cabo de su primera faena, ya que después de barrer, devolvía centavos, en un mundo de tahúres y de sálvese quien pueda. Con vosotros, excelencias, Delia:

Hipótesis

Visto que la suprascripta fuera sorprendida hojeando mi décimo poemario algo perpleja al detectar que el texto Calandria de una sola pata fuera surgido de su inspiración lugareña (me narró la increíble leyenda y – como ocurre a menudo con la gente sencilla – hasta que topé de frente con el avecita no obtuvo mi creencia), y considerándose altamente expuesta en dicho libro dado su frecuente y clandestino acopio de productos frutales del parque, inferí que la misma no contaba con que el arte de la lírica no le hace asco a ningún tema por aparentemente nimio que este sea. Sorpresa a la que debió sumar el conocimiento de un escritor al que no tardó en detectar en la precaria condición económica que calificó como de pelagatos, cualidad esta que le resultó difícil de asimilar al mundo de las letras. Más aún: Hoy me aventuro a pensar que ni siquiera se imagina siendo protagonista principal de esta pieza.

Trabajo de Campo

1) Penar sin altisonancia

Una de las tantas mañanas en que llegó puntual a su cita sabatina se cansó de batir palmas ante la ausencia de campanilla o timbre inalámbrico autoadhesivo, accesible bagatela - sin embargo - en ferreterías del montón. Bastó con advertir la inflamación de sus manos
para dar media vuelta en procura de retomar el sueño, acaso maldiciéndome en voz baja.

Entre los vahos de una inocente resaca la escuché con cierto retardo, y corrí a su encuentro clavándome en las plantas toda suerte de espinillos y de zarzas, a la vez que me anudaba una bata privada de glamour. La alcancé sin esperanza de restañar mi buen nombre y honor, y la convencí de que volviera garantizando paga completa.

_ Y…? A la final no se fue a ningún lado, don?; espetó.

_ No tengo un mango, Delia; repliqué.

_ Igual que yo. Antes íbamos a Brasil, a Cataratas…; memoró barriendo el porche.

_ Usté se preguntará porqué -vivo de la caza y de la pesca teniendo una casita nueva -ensayé -, porque parece mentira… Me la pagó el Estado por la desaparición de mi hermana durante la dictadura. Y, como soy asalariado, me cuesta mucho mantenerla.

_ Mire! Igual que mi hermano; descerrajó.
Soldado era. Iba a las peñas de esos que se llamaban Montoneros, vio? Tocaba la guitarra nomás, pero se ve que lo marcaron. A mi prima también se la llevaron.
Y a la patrona que tengo en La Plata le sacaron dos hijos. A este barrio lo barrieron, mire. Se ponían en las esquinas y anotaban. Después venían
y llevaban a los chicos. Todos jóvenes eran. Unos peones del cementerio contaron. Los metían en pozos sin cruz. Ahí no se puede sembrar. No había que mirar.

_ Parece una película; fue mi estúpida ocurrencia.

_ De terror; agregó.

_ Ahí no se puede sembrar pero el pasto crece igual, Delia: Mis pibes no conocieron a su tía, pero hacen recitales de rock a beneficio, brindan apoyo escolar en barrios… Y nadie se los pidió. Si no lo hicieran, igual serían buenas personas.

_ Qué cosa! Mi madre al principio iba con las otras. Siempre le rompían los papeles y tenía que empezar de nuevo. La querían cansar. Yo viviré en una casilla de madera pero no soy tarada! Ahora con esa plata que usted dice también compró una casita linda. Esto fue como Uruguay.
¿Usté vio Uruguay por televisión? ¡Igual! ; sentenció. Y volvió a su domicilio de silencio, cediéndole la voz al roce de la escoba sobre el empedrado. Con el mismo talante de cada sábado.

Vecinos de dolor callado. Cargan con una catástrofe sin endechas ni pancartas. Llevan su muerto sin tumba del lado interno de la solapa. Ausentes que alguna vez se desvivieron por el prójimo y ascendieron discretamente al Monte Calvario. Sin conferencia de prensa ni gacetilla en los medios. Pueblo que aprendió a sufrir tragándose la queja.
Lagos de ausencia. Ríos de ausencia. Mares de ausencia. Un océano de pueblo mártir que se reconoce portando la más humilde sonrisa. Cada cual en su faena.
Trabajando sin lamentos. Puntualmente, sin ahorrar ni un peso.

Nuestra historia apenas despereza.

2) Ajustando cuentas con el caporal de la mentira

Sábado a sábado Delia iba detectando un semejante bajo la apariencia universitaria de este curioso empleador. Y animándose poco a poco a desplegar sus hazañas, narradas al acaso, tal vez sin mensurar la exacta dimensión. Así llegó hasta la ocasión en que llevó ante la Justicia a un patrón que tras 18 años de servicios la despidió sin indemnización. Asesorada apenas por un bisoño hombre de leyes defensor de pobres y ausentes, sin erogar ni un cobre de su menguado peculio, ganó.
Prescindiendo de alharacas frente al hecho de que su contrincante fuera ni más ni menos que el heredero del diario El Día, monopolio informativo durante años en la ciudad en que vimos la luz ella y yo.

3) El cauce de la prosperidad

Por lo general la zozobra que refieren los noticieros le ocurre a otros. Es terrible en consecuencia volver del trabajo en pleno temporal, viendo por la ventana de un transporte de media distancia padres que salvan perro y familia flotando en un gomón, y en vez de carretera divisar agua con agua y agua desde el vehículo hasta donde se pone el sol… Y, ya guarecido en casa, encender la tele y detectar vecinos pugnando por
zafar de la corriente asistidos por Defensa Civil. Ahora que el mundo que
castigamos se venga de la humanidad eso se ve a menudo. Hablo de cuando nevó en Buenos Aires, hubo trombas en Olivos, y cedieron los diques en El Rincón. En esos días Blanquita volvió sobre sus pasos a rescatar algunos enseres y entró a su Copa de Leche con el agua hasta el pecho. Después veló furiosa en la ruta con los demás inundados de Villa Elisa. Noches de siluetas danzantes, ritmo tribal y fogarata que frenaba bondis en Alpargatas: _ Cuándo reforzarán los diques?; pregunta una viejita. Lo más pronto posible; responde el delegado municipal.

Un sábado del tiempo que mento Delia llegó entusiasmada.

_ No anduvo por el diquecito, diga?

_ Cuál diquecito, doña?

_ Acá nomás! Fui con mi esposo y los chicos.
No dábamos abasto para cargar lo que trajo la corriente: Garrafas llenas,
anafes, lechones vivos. Al rato se corrió la voz y el barrio entero se mataba por arrebatarle un regalito al río. Fue… como si Dios por una vez se acordara de nosotros.

4) Las pesadillas del buen botón

La furia contenida de la dama en cuestión, algún sábado se ensañó con el milico jubilado que transcurre sus días ocioso, relojeando Handy en mano vida y milagros del vecindario, y reportando movimientos raros a la delegación.

_ Ese sí que es cana de alma, mire! A veces lo encuentro merodeándome el gayinero y dudo si no estará por hacerme una de esas macumbas que le encargan como pái… Sabe que cuando todavía estaba en funciones se cargó a unos cuántos? Cuentan que un pobre tipo para pedir por su vida se arrodiyó, le dijo que tenía familia y que robaba por un cacho de pan. A ese también lo mató. Lo dejaron cesante porque de guardia en el patruyero se quedaba dormido y al rato estayaba a gritos, le agarraban como… ataques son (él lo contó): Veía en sueños la cara de cada uno de los que reventó. Cuando paso me busca la mirada pero yo no lo saludo más. Los dos sabemos que cuando denunció a mi hijo por la droga le dieron otro galón.

5) Visitantes que hacen la suya

Otro sábado amanecí alterado, como toda vez que la lógica se encabrita y suelto los estribos de mi cordura. Un perfecto círculo de pasto desteñido ornaba mi parque sin ofrecerme hipótesis plausible de cuál fuera su factor causal. Bicho de ciudad al cabo, consulté a lugareños y
busqué en internet alguna mentira piadosa capaz de sobornarme el raciocinio.
Pero la paz de mi alma, como siempre, llegó con Delia. No hizo falta decir nada para que advirtiera en mi rostro la pavura. Apenas atiné a caminar hasta la fuente de mi inquietud para que la encargada de adecentar semanalmente la casa pusiera sus brazos en jarra y frunciera el seño denotando meditación profunda.
Al cabo de un silencio insoportable soltó un diagnóstico que no ofreció lugar a dudas:

_ Déjese de joder, quiere?! A usté lo visitó
un planeta de esos que vienen de hace rato… El campo está lleno de esto. Si me habré cansado de verlos bajar con mi padre cuando chica…

Entonces me dejó sólo, tratando de asimilar su aporte. Y se dirigió como de costumbre a su habitual encuentro con jabón, cepillo y bañadera. Quizá compadecida con un patrón tan indefenso.

6) La casa de los otros

No hubo sábado en que Delia no prodigase algún calificativo desdeñoso para la casilla que amenaza derrumbársele en la testa cualquier noche de estas.

_ El barrio progresó. Yo me quedé en la prehistoria; fue lo mínimo que le oí decir.

Tener un hijo trabajando en un programa estatal de construcción de viviendas para gente represaliada por el Terrorismo de Estado me animó a proponerle que reuniera la documentación pertinente y se anotara en lista de espera. Pero la contumaz respuesta obtenida fue siempre como esta:

_ Déje, diga. Yo ya viví. Que se las dean a esas familias yenas de chicos que no tienen dónde caerse muertas… A mí lo que me duele son los chicos.

Tesis

Hace unos días, la mujer que saca lustre a mi inodoro pero usa letrina, y vaticina que si la crisis de Wall Street se profundiza se nos van a llenar las calles de rubios pidiendo limosna en dólares… avisó que tiene un bulto en el cuello. Sospechoso y en constante crecimiento. Y recomendó – con el magnánimo y discreto fatalismo de los elefantes, que se alejan de la manada al advertir llegada su hora – que sus patrones vayan buscando otra fregona. Porque ella planta bandera para dedicarse a su dolencia. Con la proverbial sordera con que ignora propuestas de aumento, adelanto, o cualquier prebenda, soltó un hasta aquí llego, en el mismo tono que su primer buen día. Y yo, que harto incapaz me sé de doblegar sus sentencias, he juzgado prudente hacer pública esta suerte, y desplegar ante vosotros este valioso encuentro que el destino repite siempre. Entre un Quijote de barrio y su noble escudero.
Conteste que mi Señora, se encuentre donde se encuentre, ha de surcar por siempre - lanza en ristre y hasta el último suspiro - la llanura manchega.

No me queda pues más otra referencia. Si alguna de estas líneas prevaleciera a los embates del olvido y su brava marea, sépase nomás que cuando mi Pueblo habló no halló distraído a este humilde
escritor
.-

JF/

N&P:El Correo-e del autor es Jorge Chiqui Falcone falconej@speedy.com.ar
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